miércoles, 27 de febrero de 2008

DENTRO DE PINK FLOYD





Con motivo del concierto que el Sr. Waters nos va a ofrecer el próximo día 9 de Mayo en Granada, ahí va un acercamiento a la trayectoria de los geniales y majestuosos Pink Floyd. He de reconocer que esta vez me lo he pasado en grande, porque Pink Floyd es un grupo muy agradecido. A lo largo de su historia han pasado muchas cosas y su música, su estética, su imagen y sus conciertos dan mucho juego. Como quedará claro a lo largo del post, soy un ferviente admirador de su “arte visual”, además de amar buena parte de su música... y odiar otro tanto.

Para variar un poco la estructura he añadido a cada disco una curiosidad poco conocida por el no-fan y algunos datos sobre los conciertos de la época en que salió el disco. Desgraciadamente, hay muy poca documentación y material videográfico del periodo 70-77, así que es difícil comentar los cambios respecto al escenario y los efectos visuales. Además, hasta Animals no hubo la típica secuencia disco-gira, lo que impide hablar de los conciertos de cada disco como algo independiente. En cualquier caso, lo que está fuera de dudas es que ha sido un grupo revolucionario e innovador desde sus inicios. Conscientes de su escaso atractivo físico y de su estructura sin un cantante fijo, siempre han basado sus shows en la música y la imagen, siendo pioneros en usar sonido cuadrafónico, pantallas, luces estroboscópicas, lásers y humaredas varias sobre el escenario además de lanzar cerdos voladores por encima del público. También fueron reyes en ofrecer repertorios inesperados y alejados de la lógica del fan.

A lo largo del texto haré siempre referencia a los discos en vinilo, pero eso no es por nostalgia o snobismo, sino porque es algo vital para entender su historia. Los discos de Pink Floyd estaban diseñados para encajar en la estructura de un vinilo, con sus dos caras de 20-25 minutos, así como el diseño de las portadas, pensadas para sus dimensiones de 31x31 cm.

La historia empieza en la segunda mitad de los años 60, en la histórica ciudad de Cambridge. Después de varios cambios de formación y de nombre, Pink Floyd queda fijado con Syd Barret (voz, guitarra), Roger Waters (voz, bajo), Richard Wright (voz, teclados) y Nick Mason (batería), todos ellos amigos de la universidad. Después de un par de singles firmados por Barret (Arnold Layne y See Emily Play) y de ganarse una reputación en los clubs como banda psicodélica de culto, graban su primer LP.

The Piper At The Gates Of Dawn (Mayo 1967)
No hay término medio con este disco. O se considera una obra maestra (para muchos fans es el auténtico, el mejor disco de Pink Floyd) o resulta absolutamente insufrible. Barret firma todo el material excepto un horror de Waters y la mítica Interstellar Overdrive, firmada por los cuatro. La única canción “accesible” es Astronomy Domine, que hasta recuperaron en su gira de 1994. No me resisto a copiar lo que aparece en el libro “Welcome to the machine” de Jordi Biancotto: “(...) un álbum iniciático donde se cristaliza la esencia de la psicodelia más avanzada (...) Todo está ahí: imaginería colorista, terremotos eléctricos, fragilidad melódica y densidad emocional contada por toneladas”. Pues nada, ahí queda eso.

Curiosidad para fans avanzados: el disco se graba en los estudios de Abbey Road con el productor Norman Smith, ingeniero de varios discos de los Beatles, y justo al lado de donde los “fab four” están grabando St. Peppers. Dice la leyenda que McCartney se pasa un día por allí y se queda muy impresionado al oír el material.

En directo: ya en sus inicios desconciertan a sus fans negándose a tocar sus singles. El tema estrella de sus primeros conciertos es la siempre semi-improvisada Interstellar Overdrive.

A Saucerful Of Secrets (Junio 1968)
Aunque la versión oficial de la locura de Syd Barret es el abuso de las drogas (el LSD hace furor en esa época), la verdad es que mirando sus letras ya se advierte que su mente va “mucho más allá” desde el principio. Según la leyenda, la gota que colma el vaso es un concierto en el que Syd se queda toda la actuación estático mirando fijamente al público mientras rasga un solo acorde. Los otros tres deciden que trabaje sólo en el estudio y fichan para el directo a David Gilmour, otro viejo amigo de la Universidad, pero pronto el proyecto resulta inviable y tienen que afrontar el futuro sin su compositor principal. A Saucerful Of Secrets es el disco de transición, aún aparece un tema firmado por Barret (Jugband Blues), pero el peso compositivo recae sobre Waters. Tiene muchos altibajos y lo más destacable es el tema que da título al álbum (su primera “suite” formada por varios segmentos), y Set The Controls To The Heart Of The Sun, pieza con ambientación arábiga que será fija en sus conciertos durante bastantes años. Dentro de la “suite” A Saucerful Of Secrets hay uno de esos fragmentos que podríamos denominar como “experimentales” donde el ruido predomina sobre la música y en los que uno se ve obligado a levantarse del sofá para apretar el FF o avanzar la aguja, y que serán algo característico en esos primeros años.
El disco es importante también por la portada, porque es la primera firmada por otro viejo amigo, Storm Thorgerson, artista que llevará junto a su estudio Hypgnosis la imagen del grupo a partir de entonces (fotos, portadas de los discos, videos para los conciertos, etc.), convirtiéndose en una pieza fundamental del mundo floydiano.

Curiosidad para fans avanzados: se cree que en algunas canciones tocan la guitarra tanto Barret como Gilmour, pero el grupo nunca lo ha confirmado ni desmentido. Hay quien ha dedicado tiempo de su vida intentándolo averiguar basándose en la diferencia de estilos, algo francamente difícil ya que en aquellos tiempos Gilmour aún no tiene estilo propio.

En directo: la gran novedad es obviamente el cambio de Barret por Gilmour, pronto queda claro que la elección ha sido un acierto porque el sustituto cumple perfectamente tanto en la voz como en la guitarra.

More (Julio 1969)
Su creciente fama como grupo “progresivo” en los ambientes artísticos hace que les encarguen una banda sonora, lo cual resuelven con una mezcla inconexa de estilos y temas, incluso hay espacio para una canción casi “heavy” (The Nile Song). Lo más destacable es la presencia de un tipo de canción totalmente ignorado por el gran público porque pronto cayó del directo y porque no aparece en ningún recopilatorio. Se trata de suaves baladas de folk inglés que Waters y Gilmour cantan con su voz más meliflua (algunos acertadamente las han definido como “pastorales”) y que bien se merecen una oportunidad. Hay dos ejemplos en More, Cirrus Minor y Green Is The Colour. La mejor canción del disco es probablemente Cymbaline, también una balada.

Curiosidad para fans avanzados: aunque Internet ha mejorado algo las cosas, es un trabajo realmente duro encontrar el vídeo de la película, sólo editado regularmente en Francia. En cualquier caso, no hay que preocuparse demasiado porque no ha pasado a la historia del cine precisamente.

En directo: Siempre dejando al auditorio fuera de juego, en los conciertos de esta época ofrecen sólo dos largos temas (“The Man” y “The Journey”), que no son más que un medley de canciones ya grabadas y por grabar. De More se incluyen Green Is The Colour y Cymbaline.

Ummagumma (Octubre 1969)
Sólo tres meses más tarde otro disco... y doble, aunque en el primer vinilo sólo hay versiones en directo de viejos temas, donde ya queda clara su obsesión enfermiza por alargarlos innecesariamente; baste decir que Astronomy Domine pasa de los cuatro minutos originales a ¡ocho y medio! Para desespero de los fans, que se quedan sin la versión en directo de Interstellar Overdrive y tantas otras, el segundo disco lo dedican a “experimentos” en estudio. Cada componente da rienda suelta a su imaginación y el resultado es uno de esos infumables discos de “rock progresivo” que con escucharlos una vez ya tienes más que suficiente. Sólo Waters aporta algo audible con Grantchester Meadows, una balada que suena enormemente a Simon & Garfunkel. La portada es destacable porque es la última en la que aparecen los miembro del grupo.

Curiosidad para fans avanzados: siempre haciendo cosas raras, en los créditos de la versión en directo de A Saucerful Of Secrets hay cuatro subdivisiones que no aparecían en la versión original. Sus “sugerentes” nombres son Something Else, Syncopated Pandemonium, Storm Signal y Celestial Voices. Lo mejor del caso es que esta información sólo aparece en la primera edición del vinilo, hoy lógicamente pieza de coleccionista.

En directo: siguen por estas fechas con los medleys comentados en el disco anterior, de Ummagumma sólo se incluyen Grantchester Meadows y The Narrow Way 3.

tom Heart Mother (Octubre 1970)
Simplemente una vaca en medio del prado, la primera de una serie de portadas en las que no aparece ni el nombre del grupo ni el título del disco. En algunos países no pueden evitar poner el típico adhesivo “Último trabajo de Pink Floyd” y tal, rompiendo la magia e imagen del grupo. Musicalmente estrenan formato, con una larga “suite” que ocupa toda la primera cara (con su inevitable y insoportable fragmento “experimental”) y varios temas sueltos en la segunda. Como tantos otros grupos y cantantes en aquella época, en la “suite” incorporan una orquesta sinfónica y una coral, experiencia que al parecer no resulta muy gratificante (“no lo haremos nunca más”). Además de cerrarse con otro tema “peculiar” pero interesante de casi 14 minutos, en la segunda cara hay una canción de Waters (excelente If), una de Wright (notable Summer ‘68) y una de Gilmour (aceptable “pastoral” Fat Old Sun), dejando claro que en el grupo ya hay tres fuerzas creativas.

Curiosidad para fans avanzados: el sonoro título del disco está directamente copiado de un titular del periódico sobre una noticia que trata de una mujer a la que se ha implantado un marcapasos, una novedad en aquellos tiempos. No hace falta decir que el asunto no tiene nada que ver con ninguna letra del disco ni con el tema que da título al disco, totalmente instrumental. Tampoco hace falta decir que la vaca de la portada (llamada “Lulubelle III”, por si alguien está interesado) tampoco tiene nada que ver con las letras ni con el título del disco. Seguramente por eso es la primera obra de Pink Floyd que llega al número uno en UK. Y es que ya estamos en los 70, donde todo es posible.

En directo: la “suite” es tocada tanto con orquesta como sin, siendo esta última versión pieza codiciada por coleccionistas. Del resto sólo Fat Old Sun se añade regularmente al repertorio. También en esta época ofrecen otro tema mítico llamado Embryo, sólo publicado oficialmente en el recopilatorio americano Works y por tanto pasto también de los coleccionistas.

Meddle (Noviembre 1971)
Thorgerson sigue con sus locuras y la portada es una oreja sumergida en agua, pero para verla completa hay que desplegar la carpeta doble del vinilo, (véase). Musicalmente es igual que el anterior pero al revés, esta vez es la segunda cara la que ocupa un solo tema, el gran Echoes, con fragmentos enormes junto al inevitable e insoportable trozo “experimental”. El pastiche de la primera cara es notorio, con la brutal instrumental One Of These Days (casi siempre presente en los conciertos), la “pastoral” A Pillow Of Winds, el tema “jazzy” San Tropez y otro de sus experimentos, Seamus, “cantada” por un perro que va ladrando sobre una base musical.

Curiosidad para fans avanzados: es el único disco en que puede oírse a Mason como “vocalista”, porque suya es la voz ecualizada que se oye en One Of These Days, esa que dice “One of these days I’m going to cut you into little pieces”. Encantadores.

En directo: sólo Echoes (ocupando el lugar de Embryo) y One Of These Days se añaden al repertorio. Es por esta época cuando incorporan a sus shows el hielo seco que produce humo por el suelo del escenario, una auténtica conmoción por aquellos tiempos.

Obscured By Clouds (June 1972)
Otra banda sonora (de la película “La Vallée”, para nota localizarla también) y otro conjunto deslabazado de composiciones. A pesar de ser considerado por la mayoría como su peor disco (y sin dudarlo su peor portada), hay un par de cosas a destacar. La principal es Mudmen, donde Gilmour estrena ese estilo inconfundible de guitarra punzante que será “marca registrada” del grupo, y Burning Bridges, que se convertirá en la última “pastoral” del grupo.

Curiosidad para fans avanzados: Childhood’s End, firmada en solitario por Gilmour, es la última canción de Pink Floyd sin ser Waters autor de la letra, lógicamente hasta su accidentada marcha del grupo.

En directo: Sólo las dos primeras piezas instrumentales y Childhood’s End llegan a los escenarios, la última en contadas ocasiones.
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Live At Pompei
Aunque se trata de una película (luego vídeo, luego DVD), la incluyo aquí porque es un documento esencial para conocer los primeros años del grupo. Grabado sin público entre las ruinas de Pompeya, contiene temas instrumentales (One Of These Days), clásicos de la época (Set The Controls To The Heart Of The Sun), muestras de sus “suites” de 20 minutos (Echoes) y también ejemplos de sus locuras (la perruna Seamus, rebautizada aquí como Mademoiselle Nobs). Por si fuera poco, también aparecen los primeros esbozos del siguiente trabajo, un disco que revolucionaría a la humanidad.

Dark Side Of The Moon (Marzo 1973)
Es francamente difícil hablar de un disco que estuvo ¡15 años! en las listas americanas casi sin interrupción (de 1973 a 1988) y que, estadísticamente hablando, siempre está sonando en alguna parte del mundo debido a sus desorbitadas ventas. Y más difícil cuando la lógica no ayuda. Pocos fans lo consideran el mejor de su discografía y menos aún lo tienen como su favorito. Tampoco tuvo una larga ristra de singles de éxito (sólo una versión reducida de Money se editó en USA, ningún single en Europa), y hasta se puede decir que no coge el tono hasta Time, el cuarto tema. Quizá habrá que dar la razón a Storm Thorgerson cuando dice que el éxito se debe... a la portada. Exagerado o no, es innegable que estamos ante una de las portadas más sencillas e impactantes de la historia de la música, en vinilo era simplemente irresistible, y no fueron pocos los que lo compraron sin importarles demasiado el contenido. Exterior carpeta abierta. Interior carpeta abierta
Buscando razones musicales, está claro que el sonido es inmaculado, gentileza del productor Alan Parsons, que ya trabajó en el Abbey Road de los Beatles y que años después fundaría una máquina de éxitos llamada The Alan Parsons Project junto a Eric Woolfson. El CD (no todo ha de ser negativo en este formato) permite escuchar seguido el excelente tramo Time-The Great Gig In The Sky-Money-Us And Them, cuatro joyas esenciales en las giras post-Waters.

Curiosidad para fans avanzados: por ser Dark Side Of The Moon, van tres:
1) Al final del disco poniendo el volumen a tope se puede oír una versión orquestal del Ticket To Ride de los Beatles, aunque no en todas las ediciones del CD o el vinilo. Puedes probar en el tuyo.
2) En su día, la elección del la portada no dura ni tres segundos. Thorgerson reúne al grupo en una habitación con varias propuestas colgadas en la pared, y los cuatro la señalan al unísono “This one!”
3) La instrumental Any Colour You Like es el único tema en la historia de Pink Floyd firmado por “los otros tres”, o sea Gilmour-Mason-Wright.

En directo: Antes de editarse el disco, la “suite” Dark Side Of The Moon ya ha sido tocada en varios conciertos y con numerosas variantes para volver locos a los coleccionistas. Durante 1973 sigue siendo la base de los shows junto a Echoes y tres o cuatro temas cortos. Escenográficamente, es durante esta gira cuando inauguran la famosa pantalla circular, y también es la primera vez que llevan otros miembros sobre el escenario, el saxofonista Dick Parry y dos coristas. En 1974 añaden tres temas nuevos al repertorio, como veremos a continuación.

Wish You Were Here (Septiembre 1975)
Pocos grupos han superado tan brillantemente el síndrome del gran éxito, porque estamos ante un disco excelente. Y lo cierto es que el resultado final podría haber sido muy diferente, porque durante toda la gira de 1974 interpretan tres temas nuevos, llamados Shine On You Crazy Diamond, Gotta Be Crazy y Raving And Drooling. Al final sólo la primera se queda aunque dividida en dos tramos, uno colocado al inicio y otro al final del disco. Su obsesión por el perfeccionismo es tanta que contratan a Roy Harper sólo para cantar el tema Have A Cigar porque no les gusta como queda en ninguna de sus voces. El disco no tiene ningún momento bajo, la “maquinal” Welcome To The Machine y la preciosa Wish You Were Here completan el que es para muchos su mejor trabajo. La sombra de Syd Barret planea en buena parte del disco, como ellos mismos han reconocido siempre.

Curiosidad para fans avanzados: existen hasta cinco versiones difrerentes de Shine On Your Crazy Diamond publicadas oficialmente. En el disco original las dos partes suman en total 26 minutos; en el Best Of (2002) aparecen las dos partes fusionadas pero sin algunos fragmentos (17 minutos y medio); en el recopilatorio A Collection Of Dance Songs (1981) el primer segmento reducido y con el añadido de la tercera estrofa cantada (11 minutos); en el directo Delicate Sound Of Thunder (1988) sólo el primer tramo con algún recorte (12 minutos) y en el directo P.U.L.S.E. (1995) como la anterior pero añadiendo la tercera estrofa cantada después del solo de saxo (14 minutos). Por si fuera poco, en las de estudio canta Waters y en directo Gilmour. Y si alguien no tiene bastante, vía piratería puede conseguir variadas versiones de sus directos entre 1974 y 1978, cantadas por Waters.

En directo: siempre incordiando a los fans, en los conciertos posteriores a la edición del disco no tocan ni Welcome To The Machine ni Wish You Were Here (la canción). Todo Dark Side Of The Moon, Echoes y las todavía inéditas Gotta Be Crazy y Raving And Drooling completan un setlist que ignora totalmente el material anterior a 1971.

Animals (Enero 1977)
Se trata de un disco decisivo en la historia del grupo, y no precisamente en sentido positivo. Para empezar, en su momento es una jugada sucia para los fans, que ven como buena parte del mismo está formado por esos dos largos temas que ya conocen desde hace ¡tres años! Sheep no es más que la versión definitiva de Raving And Drooling y Dogs lo mismo con Gotta Be Crazy. Lo único nuevo es otra pieza de más de 10 minutos, Pigs (Three Different Ones), y dos canciones muy cortas que abren y cierran el disco, Pigs On The Wind Parts I y II, ninguna de ellas una gran joya precisamente.
Pero lo más grave es que supone la defunción de Pink Floyd como grupo. A nivel compositivo, Wright no firma absolutamente nada y Gilmour sólo colabora en Dogs, y a nivel vocal en casi todo el disco suena únicamente la voz de Waters, lo que le da un tono bastante monótono y sombrío. La “trama” del disco consiste en dividir a la humanidad en perros, cerdos y ovejas, gentileza obviamente a cargo de Waters.

Curiosidad para fans avanzados: Siempre reticente a los fotomontajes, Storm Thorgerson quiere hacer la foto de la portada real, y para ello se contruye un cerdo inflable del tamaño de un elefante que se sujeta al suelo con una cuerda. Por motivos que nunca han quedado claros, el cerdo se “escapa” volando y cuenta la leyenda que algún piloto de avión tiene que frotarse los ojos ante la inesperada visión y que un granjero ve pasmado como le cae literalmente un cerdo del cielo. Recuperado el “animalito” repiten la foto satisfactoriamente. El asunto les gusta tanto que los cerdos voladores serán desde entonces un tema fijo en sus conciertos. Carpeta completa abierta

En directo: es la primera vez en que siguen la secuencia disco-gira, y la verdad es que no se rompen mucho la cabeza con el setlist. Primera parte con Animals entero (moviendo Sheep al inicio), segunda parte con Wish You Were Here entero (igualito al disco, esta vez sí al completo) y en los bises Money y a veces Us And Them. ¿Y los viejos temas anteriores a 1973? Pues otro día, que somos Pink Floyd. También es la primera vez en que llevan un segundo guitarrista de apoyo, Snowy White. Escenográficamente la gran novedad son evidentemente los cerdos inflables por encima del público, además de una luminotecnia nunca vista antes. Es en esta época cuando los conciertos de rock empiezan a “desmadrarse” visualmente, por entonces están también dando la nota Queen con su gira de News Of The World, Supertramp con su gira de Even In The Quietest Moments y la Electric Light Orchestra con su gira Out Of The Blue sobre un escenario en forma de nave espacial.


The Wall (Noviembre 1979)
Estamos ante una obra magna, y esa es la mejor definición que se me ocurre. Un doble disco enorme, lleno de grandes momentos y dotado de una continuidad envidiable. Por ejemplo, una canción como The Thin Ice no pasaría de ser una canción intrascendente por sí sola, pero situada entre In The Flesh y Another Brick In The Wall Part 1 encaja divinamente. Hay también una línea argumental en las letras (vulgarmente conocido como “disco conceptual”), lo cual fue trasladado al directo e incluso se hizo una película en 1982 dirigida por Alan Parker y protagonizada por Bob Geldof. Casi todo el disco lo firma Waters y de nuevo las referencias a Syd Barret son más que evidentes. Es destacable también que Another Brick In The Wall Part 2 es el primer y único single de Pink Floyd que alcanza el número 1 en UK. El verso “We don’t need no education” es un escándalo en ciertas esferas.
Para el diseño del disco, Waters decide renunciar a Thorgerson y contrata a Gerard Scarfe, todo el exterior (portada y contraportada) es un muro blanco sin más (las letras negras venían en un plástico extraíble), y en el interior aparece el muro agujereado y los dibujos de Scarfe). Para conocer el título de las canciones hay que llegar hasta la funda de los dos discos.
La primera cara seguramente es la mejor, con la brutal entrada de In The Flesh?, las dos primeras partes de Another Brick In The Wall y el tranquilo final de Mother. El nivel decae bastante en la segunda a pesar de un buen inicio con la preciosa Goodbye Blue Sky, con varios temas flojos y otra variante de Another Brick In The Wall que suena a repetición. Renace el disco en la tercera, la más melódica, con grandes canciones como Hey You o Nobody Home y esa joya al final llamada Confortably Numb, reconocida por el propio Gilmour como su mejor composición de siempre. La cuarta cara es la más compleja, con tratamientos hasta operísticos (The Trial) y una cesión a la música disco tan de moda en aquella época con Run Like Hell, puestos a objetar algo sólo sobraría la repetición de In The Flesh.
Aunque el resultado es excelente, la desintegración del grupo es total. Años después, Gilmour reconoce que The Wall se grabó con la ayuda de varios músicos de estudio, que ni siquiera era él quien tocaba la guitarra en algunos temas (One Of My Turns, por ejemplo), y que Wright fue casi totalmente apartado del proceso.

Curiosidad para fans avanzados: en las primeras ediciones del vinilo, en la funda interior del primer disco aparece la letra de una canción llamada What Shall We Do Now que no sonaba en el disco. Situada entre Empty Spaces y Young Lust, fue suprimida tan en el último momento que las fundas ya estaban impresas. No obstante, sí que es interpretada en los shows en directo, como puede comprobarse en “Is There Anybody Out There?, The Wall Live” (2000) o en cualquier pirata, y para ello el final de Empty Spaces es ligeramente diferente y Young Lust empieza de cero con unos guitarrazos.

En directo: debido a la complejidad del montaje, el disco se presenta sólo en cuatro ciudades aunque con múltiples fechas: Los Angeles, Nueva York, Londres y Dortmund. Mientras tocan el nuevo trabajo íntegro, unos “obreros” van construyendo un muro que separa la banda del público. No hay bises con temas antiguos, sólo se reservan la sorpresa de tocar el último tema, Outside The Wall, de manera diferente cada noche. Para los que se llevan las manos a la cabeza con el equipo de fútbol sobre el escenario en las últimas giras sin Waters, decir que ya entonces los cuatro estaban doblados con otros músicos, incluso en algún momento tocaban sólo los “dobles” con unas máscaras que imitaban las caras de los “auténticos”. Londres 1980

The Final Cut (Marzo 1983)
Después de estar mucho tiempo ocupado con la película The Wall, Waters sigue con sus paranoias pero esta vez el disco no funciona de ningún modo. Wright ya no está oficialmente en el grupo y sigue siendo un misterio el motivo por el que Gilmour accede a participar porque no compone nada y es sabido que le disgustó enormemente que se aprovecharan canciones deshechadas de las sesiones de The Wall. Por destacar algo, se pueden tolerar Now Not John (la única que canta Gilmour) y la que da título al disco.

Curiosidad para fans avanzados: siempre tan sensibles ellos, en el single americano de Now Not John se cambiaron los numerosos “f u c k” de la letra por “stuff”. No hace falta decirlo, pieza de coleccionista.

En directo: no hay gira de este disco... quizá habría que decir que afortunadamente.

A Momentary Lapse Of Reason (Septiembre 1987)
En 1985 Waters emite una nota a la prensa comunicando que Pink Floyd se ha disuelto. En realidad no lo ha consultado con sus compañeros, y al poco tiempo Gilmour y Mason deciden llevar el tema a los tribunales porque consideran que la marca no es propiedad única de Waters y queren mantenerla. El juez les da la razón y deciden reflotar el grupo con disco y gira. Wright es invitado a participar en la grabación del nuevo trabajo pero consta en los créditos como simple colaborador y ni siquiera aparece en la foto interior. La tarea compositiva recae en Gilmour, que busca la colaboración de varios letristas y compositores para disimular al máximo la ausencia de Waters, además de fichar a Bob Ezrin (The Wall) como productor y al inevitable Storm Thorgerson para diseñar la portada, todo ello para completar el “ambiente” Pink Floyd. El resultado es sumamente irregular, con canciones poperas como One Slip, que nadie hubiera soñado nunca encontrar en un disco de Pink Floyd, y pestiños que hacía muchos años no se oían como A New Machine, separada en dos partes para más escarnio. Sin duda lo más destacable es la intensa Sorrow y la preciosa On The Turning Away, ambas con estremecedores solos de Gilmour al final y ambas mucho mejores en las versiones en directo. Learning To Fly es el aceptable single de presentación.

Curiosidad para fans avanzados: incluso con los medios de 1987, Thorgerson renuncia a hacer un montaje fotográfico e inunda la playa de Saunton Sands con decenas de camas de hospital ante el pasmo de los que pasaban por allí en ese momento. Después de horas de arduo trabajo en transportar y poner las camas, un diluvio y la niebla arruinan la foto, teniendo que hacer el mismo montaje quince días más tarde. Al final el asunto cuesta 49.500 libras, unos 10 millones de pesetas de hace casi 20 años... y eso sin contar los generosos emolumentos de Mr. Thorgerson. Carpeta completa

En directo: Gilmour y Mason deciden apostar fuerte y se juegan el dinero preparando un grandioso show audiovisual para volver a la carretera. La enorme demanda de entradas durante las fechas iniciales por arenas en USA obliga a planificar otra gira por estadios que se alarga hasta 1989 por medio mundo, incluyendo por primera vez España (Barcelona y Madrid). En el show tocan el último disco al completo y todo el material antiguo (excepto One Of These Days del Meddle) procede de Dark Side Of The Moon, Wish You Were Here y The Wall, lo que provoca cierta decepción entre los fans por su poco riesgo. No puede faltar el consiguiente doble en directo y vídeo, Delicate Sound Of Thunder (1988).

The Division Bell (Abril 1994)
Nada menos que siete años después y con la vuelta de Wright como componente oficial del grupo, un nuevo disco y otra gira gigantesca en todos los sentidos (desde el número de entradas vendidas hasta las dimensiones del escenario) que les vuelve a poner en primera fila del show-business. El disco es más homogéneo que el anterior y muy agradable al oído, lo cual no sé si es bueno o malo tratándose de Pink Floyd. La gran sorpresa sin duda es Wearing The Inside Out, compuesta por Wright después de ¡19 años! sin firmar una nota en Pink floyd y que transita en un espléndido tono meláncolico con coros femeninos, saxo y un exquisito solo de Gilmour al final. También sobresale la solemne High Hopes, ineludible disfrutarla en directo con las imágenes oníricas y surrealistas en la pantalla de... bueno, del de siempre.

Curiosidad para fans avanzados: este es el último trabajo en estudio hasta la fecha, y en él se confirma un hecho paradójico: el batería Nick Mason, siendo el que menos música ha escrito para el grupo, es el único que ha participado en todos los discos de Pink Floyd.

En directo: esta vez la presencia del último disco se limita a 4-5 temas por concierto y respecto a la gira anterior destaca la recuperación de Astronomy Domine de Syd Barret y Hey You de The Wall, así como la defenestración de Welcome To The Machine. Pero la gran novedad de la gira es la interpretación completa de Dark Side Of The Moon en algunos conciertos, aunque no en los de San Sebastián y Barcelona. La excusa de Dark Side Of The Moon es perfecta para sacar otro doble en directo y vídeo llamados P.U.L.S.E., y seguir viviendo de las rentas del pasado.

La última noticia del grupo es su aparición en el verano del 2005 en el festival Live8... ¡con Waters!, noticia que lógicamente provoca una gran conmoción en el mundo musical. La finalidad principal de estos eventos (promocionarse) se consigure plenamente con un espactular aumento en las ventas de los discos del grupo, pero la sospecha generalizada de una gira mundial de reunión no se cumple... hasta el momento.

No puedo evitar terminar con una pieza más de mi querido Storm Thorgerson, aparecida en la promoción de los CD remasterizados en 1995. Para fans avanzados, aclarar que la segunda por la izquierda (me refiero a la portada, no a la chica) corresponde a Relics, un recopilatorio de los primeros años. Y una vez más, destacando LA portada, insuperable sobre piel negra.

Bibliografía consultada:
- Pink Floyd, Welcome to the Machine, por Jordi Biancotto (Ed. La Máscara)
- Mind Over Matter, the images of Pink Floyd, por Storm Thorgerson y Peter Curzon (Sanctuary Publishing)
- Pink Floyd, the visual documentary, por Miles & Andy Mabbett (Omnibus Press)
- The Complete Guide To The Music Of Pink Floyd, por Andy Mabbet (Omnibus Press)







Espero que os haya gustado...

lunes, 25 de febrero de 2008

AND THE OSCAR GOES TO...



Javier Bardem!!!!. ENHORABUENA

domingo, 24 de febrero de 2008

NOCHE DE OSCAR



Te deseamos toda la suerte del mundo esta noche, aunque creo que no la vas a necesitar, estás simplemente impresionante.

viernes, 22 de febrero de 2008

SELECCION TEMAZOS FEBRERO 2008



White Stripes.- Ball & Biscuit
Editors.- Smokers Outside...
Bowie & Arcade Fire.- Wake Up
Jeff Buckley.- Hallelujah
Sigur ros.- Hoppipolla









jueves, 21 de febrero de 2008

Johnny Greenwood, el brutal Preisner de 'Pozos de ambición'



'Prospectors quartet', de Johnny Greenwood para 'There will be blood'

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Antes de que el talibanato rockista me mande a tomar por culo de nuevo, aclaro que hablaré de música.

Porque sobre la peli se podría escribir horas, pero no menos sobre cómo la banda sonora de Jonny Greenwood casi pone carne, cara y ojos a tan flipante retrato del egoísmo, la codicia y finalmente el mal, la destrucción, el desastre: el hombre.

La hermosa y perturbadora música de Greenwood, es un personaje más del increíble fresco que traza la peli, no lejos del tremendo, absoluto Daniel Day-Lewis.

Disonancias atonales a lo Ligeti, pianos impresionistas en plan Chopin, violines como de Preisner... Paisajes musicales de un dramatismo y una sutileza abrumadoras, que subrayan la brutal pureza de la película e incluso aportan contenido narrativo.

Un trabajo, el de Greenwood, también monumental al peso: La música suena, a ojo, en quizás el 75% de los 158 minutos de peli. Hollywood por cierto la ha vetado para los Oscar porque parte del material era de un par de años antes. Pero, ¿a quién le importan los Oscar, esos premios basura que la industria se otorga a sí misma?

Vaya por delante que no soy fan de bandas sonoras. Creo que están sobrevaloradas. Las primeras -salvo excepciones con auténtica vida y discurso propios-, para exprimir comercialmente lo más posible un producto del que, como del cerdo, hay que aprovecharlo todo.

Greenwood alcanza cotas sobresalientes en la película, con un pie en la clásica de clavicordio (hay un tema de Brahms), otro en la contemporánea, arrebatos tribalistas y alguna tesela electrónica para un mosaico de una expresividad salvaje, poco definible.

Hay algo, injusto sería no reconocerlo, de los Radiohead más severos y experimentales. Pero tal vez el mayor logro, simbiosis con las imágenes aparte (con la sobriedad obsesiva de las imágenes, con el retrato casi subhumano y metafísico que traza el filme), es cómo coloca un pie en lo popular y otro en el arte más marcianamente elevado. Palabros, palabros, palabros. Hay que oírlo, es de verdad la hostia.

Y ahora unas frases sobre la peli, lo que de verdad me apetecía (¿se ha notado mucho?).

A Paul Thomas Anderson ya le andan colgando el cartel de nuevo Kubrick por su tremebunda ambición, y tal vez por las partes más Ligeti de la banda sonora (algo más que ecos del 'Requiem' de '2001'). Pero no huya el estado llano: 'There will be blood' (lo del título en castellano es un ridículo atentado) debe más al Terrence Malick de 'Días del cielo' o al Cimino de 'Las puertas del cielo' que al plasta de 'Barry Lyndon'.

La cinta es, además de un puro vals con el mal de principio a fin, una arrasadora caldera de emociones para todos los públicos. Prácticamente cada plano arde. Las interpretaciones, algún pasaje sobreactuado aparte, parecen más verdaderas que la cruda realidad. El conjunto deja en infantil el 95% del cine actual. Probablemente dentro de 30 años se verá con idéntica penetrante frescura que hoy.

ÚLTIMA ENTREVISTA A BONO




ENTREVISTA | BONO

'Cuando oigo una canción nuestra en la radio me encojo como si quisiera pasar desapercibido'

Por ANTHONY BREZNICAN


Bono y The Edge pasan andando por un puente peatonal que cruza un riachuelo cubierto de hielo rodeados de admiradores que alzan sus teléfonos móviles con cámara para grabarles en una especie de saludo colectivo. Los dos integrantes de U2 acaban de comer con el fundador del Festival de Cine de Sundance, Robert Redford, y caminan hacia el coche que les llevará a Park City, sede del certamen, a una hora de camino desde la residencia del actor en Provo Canyon.

Allí, en el salón de actos del instituto de la ciudad, con aforo para i.200 personas, se disponen a presenciar una primera proyección de U23D, la película sobre su última gira, Vertigo, rodada en un vanguardista formato tridimensional. Los miembros del grupo están convencidos de que la cinta marcará una nueva forma de hacer las películas de conciertos.

The Edge –su verdadero nombre es Dave Evans– se mete de un salto en la parte trasera de un todoterreno y Bono –nacido Paul Hewson– sube al asiento de delante, donde le gusta jugar con la radio. Unos cuantos admiradores se arremolinan en torno al coche y el cantante y el guitarrista bajan las ventanillas y agitan las manos en señal de despedida. A un tipo de veintitantos años se le notan los ojos llorosos tras haberse encontrado con la mitad de una de las bandas de rock más grandes del mundo y se le nota agradecido, no encuentra las palabras, superado por la emoción. Inmediatamente después ya se han perdido en la distancia, dejando a sus admiradores solos con sus recuerdos. A lo largo del cansino trayecto que atraviesa esta zona rural del norte de Utah, los dos no dejan de bromear como lo que son, un par de viejos amigos desde los tiempos en que iban a la escuela. La gira Vertigo generó unos ingresos de más de 256 millones de euros desde marzo del 2005 a marzo del 2006. Según la revista Billboard, sólo la gira Bigger Bang de los Rolling Stones ha recaudado más dinero. El grupo ha vendido más de i70 millones de álbumes en todo el mundo y ha ganado 22 premios Grammy. Éxitos como Sunday Bloody Sunday, Beautiful Day y One, han formado parte de la cultura de varias generaciones.

Sentados en el coche, ellos bromean sobre todo esto. Pero son conscientes de su importancia. "Sólo empiezas a pensar en ese tipo de cosas, en cómo la gente va a recibir lo que has hecho", explica The Edge, "cuando has terminado el trabajo. Procuramos ser lo suficientemente objetivos como para saber si una canción va a tener un eco más allá de lo que pensamos que puede dar de sí en un momento determinado. A veces es difícil mantener la objetividad".

Le secunda Bono, que comenta que la película pretende centrarse exclusivamente en la música, no en los personajes. "La gente no lo entiende", añade. "Hay tal cantidad de añadidos y sobreentendidos alrededor de las canciones que nosotros ya no podemos hacer nada".

Por las paredes rocosas y escarpadas junto a las que discurre la carretera gotea agua del hielo que se funde mientras el coche avanza. "Procuramos escribir canciones sobre el mundo que nos rodea más que sobre nuestros sentimientos", explica el cantante girándose hacia The Edge y hacia mí, que viajamos en los asientos traseros. "Dar rienda suelta a los sentimientos propios puede llevar a resultados un tanto desagradables".

Volvemos a la película. Con el movimiento continuo de la cámara tridimensional, U23D aspira a situar al espectador no en el mejor lugar desde el que seguir el concierto, sino en los 50 mejores lugares. Cuando habla del filme, Bono no puede reprimir una sonrisa de satisfacción y se ve cómo levanta las cejas por detrás de sus gafas redondas con cristales morados. "Tiene algo de rock and roll y algo de arrogancia, y eso te reventará o te encantará pero, al final, lo que cuenta es que tiene fuerza y emoción", resume.

Su secuencia favorita. Luego añade que su secuencia preferida es la de la canción Miss Sarajevo, que incluye un fragmento de ópera grabado originalmente por el recientemente fallecido Luciano Pavarotti. "Eso produce un impacto extraordinariamente fuerte y es muy difícil de escuchar [The Edge asiente en silencio mientras Bono sigue explicándose]. Tengo que decir que es la canción de U2 que más me gusta. Normalmente, cuando oigo uno de nuestros temas en la radio me encojo como si quisiera pasar desapercibido porque parezco una chica cantando o porque la letra no está conseguida del todo. Sin embargo, hay algunas canciones que me gustan de verdad. Miss Sarajevo es una de ellas".

The Edge añade: "Para mí ha sido estupendo ver esta película porque lo cierto es que nunca he visto a U2 en directo. ¡Y eso que he estado en un montón de conciertos de U2, pero el caso es que no los he visto nunca! En fin, esto es lo más cerca que he estado jamás de comprobar en primera persona lo que experimentan nuestros seguidores". Bono comenta que saber que lo iban a filmar con las tecnologías de grabación más avanzadas del mundo le produjo cierta ansiedad en algunos momentos. "Me daba la sensación de que estaba como en las vacaciones de verano. Cuando estoy de vacaciones gano peso. Me gusta comer bien y beber vino. Siento un poco de vergüenza al reconocer que en México [donde empezaba el tramo suramericano de la gira y donde comenzaba el rodaje] no estaba en mi mejor momento. No creo que sea la estrella de rock más presumida que hayas conocido, pero me entró un ataque de pánico sólo al pensar en las tres dimensiones... ¡Un culo de i2 metros! Bueno, el caso es que cuando llegamos a Buenos Aires, yo estaba otra vez en mi línea. Aunque viendo algunas tomas me digo: '¡Pero qué jodido gordo estás hecho!'. No puedo dejar de pensarlo".

La película ha tenido también un efecto de unidad en el grupo, al dar a cada uno de ellos una perspectiva más clara de lo que hacen los otros. "En esta gira Adam [Clayton, el bajista de la banda] estuvo que se salía. Es algo así como el genio solitario del grupo, se ha convertido un poco en un ermitaño. Él se dedica a lo suyo, a su arte y a su rollo, bastante cerebral".

Bono recuerda la actuación que hicieron en Sydney a principios de la década de los 90, cuando Clayton "pasó un momento terrible" en su lucha con el alcohol y se perdió uno de los conciertos, lo que puso en peligro la unidad del grupo. "Se agarró a su bajo como si le fuera la vida en ello y se asustó mucho con lo que le estaba sucediendo. Es increíble el cambio desde entonces hasta ahora; es una persona que está llena de música, de fuerza, de ganas de disfrutar, una persona que está con sus amigos, que está vivo, que le encanta estar vivo... ¡Nunca se puede llegar a saber lo que es esa sensación!".

Frustración y desesperación. Aunque los seguidores del grupo no lleguen a darse cuenta de tanta sutileza, Bono sostiene que la película capta la vida interior de sus amigos: "Yo noto la frustración de Edge. Al comienzo de la gira, en Buenos Aires, estaba pasando por algunos momentos complicados y esa violencia se nota en su forma de tocar la guitarra. Ése es el lugar adecuado para dar rienda suelta a tu desesperación". The Edge puntualiza. "Algunas de mis mejores interpretaciones, pero también probablemente algunas de las peores que jamás haya tenido con U2 están recogidas en esta película en tres dimensiones", afirma. "El último concierto de la gira, por razones personales que tienen que ver con la familia y la salud, fue la única vez en toda mi vida que he tocado en una actuación de U2 en la que habría querido no estar. Afortunadamente, viendo la película no creo que se perciba eso".

Lo que más le ha sorprendido a él de la película es lo separados que están uno del otro en el escenario. "Cuando yo estoy tocando y Bono está cantando te dejas arrebatar por la música y la proximidad física entre todos nosotros no es lo que más importa. Sin embargo, cuando lo ves en una película en tres dimensiones te das cuenta de que Larry [Mullen, el batería] está allá atrás y durante un momento piensas: 'Ufff, debe de sentirse un poco solo', sentado como está allí detrás de la batería, sacando de sí todo lo que lleva dentro, y eso todas las noches, como si sus compañeros de banda estuvieran esparcidos, perdidos por ahí, en un salón enorme".

Otra razón por la que querían hacer la película era para llegar así a todos sus seguidores que no pueden permitirse el lujo de pagar la entrada de un concierto. Según Bono, ellos tratan siempre de que haya unas cuantas localidades a precios asequibles, pero no son nunca suficientes.

Un lago extenso y helado se extiende ante nuestros ojos al lado de la autopista de Utah, blanca debido a la sal que han echado para disolver la nieve. Bono señala al sol del atardecer ocultándose entre la bruma. "¿Puedo interrumpir?", pregunta. "Hay un momento extraordinario en Irlanda, donde vivimos nosotros, en el que el mar y el cielo adquieren un color idéntico y desaparece la línea del horizonte. Estoy observando esas montañas y eso mismo está a punto de suceder aquí".

Rebusca debajo del asiento y saca una caja de CDs, y de ella elige un disco rotulado a mano. "Tengo la canción justa para este momento, si soy capaz de encontrarla, claro". Introduce el disco en el reproductor y una poderosa distorsión sónica inunda el habitáculo. La canción se titula No Line On The Horizon. El grupo todavía está trabajando en ella con vistas a incluirla en su próximo álbum. "¡Es demasiado fuerte!", grita Bono, "pero merece la pena, aunque sólo sea para tener una idea de lo que puede dar de sí. Este disco no es más que una prueba". La canción suena muy irregular, oscilando entre ráfagas brutales de la guitarra para subrayar la frase relajada del título. "Esto no es más que unos primeros apuntes", explica Bono. Y mete otro CD. Se trata de la versión que U2 hace de una tonadilla popular irlandesa, muy alegre, sobre el cantante de música popular Ronnie Drew, uno de los fundadores del grupo The Dubliners. Bono canta superponiendo su voz a la que sale por los altavoces, que es también la suya, hasta que deja de hacerlo para indicar el momento en que entran Sinead O'Connor y Andrea Corr para hacerle los coros.

El próximo disco. Ambos colegas comentan que se les ocurrió la canción como una manera de homenajear a Drew, quien, a sus 73 años de edad, está enfermo de cáncer. Posiblemente la saquen al mercado en los próximos meses como disco sencillo. Puesto que estas grabaciones están todavía en una fase muy primitiva, no está clara cuál pueda ser la dirección que tome el grupo en su próxima colección de canciones. Mientras el coche se abre paso a través del tráfico de la animada Main Street de Park City, Bono y The Edge dan alguna pista.

Pero sobre todo conversan sobre lo que más les gusta de las películas en general. "Lo más complicado es hacer reír, eso siempre, para cualquier artista, para cualquier escritor, para cualquier fotógrafo", subraya Bono. "Eso es lo más difícil de expresar porque la alegría es imposible de inventar mientras que la desesperación… No tienes más que intentarlo, ya verás". "No tienes que esforzarte excesivamente para sugerir desesperación", añade The Edge. "Es demasiado fácil", coincide Bono. El coche se detiene en su destino, se despiden ambos y se lanzan hacia una nube de admiradores que, desde que empezaron el viaje, está aparentemente esperándoles siempre al final del trayecto. Son otras caras, por supuesto, pero la expresión es la misma; desde luego, no es de desesperación.

miércoles, 20 de febrero de 2008

DESTRIPANDO A RADIOHEAD

Que se puede decir de un grupo del que se ha dicho y escrito todo. No me gustarí­a ser pretencioso y sólo querí­a aportar mi punto de vista de una de las mejores y más influyentes bandas de música de todos los tiempos. Melancólicos, complejos, perturbadores, con sobredosis de producción, su música no te deja indiferente. Para mi tienen una de las discografí­as más heterogéneas del panorama actual, porque, en que se parecen Creep e Idioteque, y Bones a Like spinning plates. Son capaces de sumirte en la más profunda tristeza, de hundirte en un insondable letargo de desesperación, nunca ninguna banda apostó en un pedestal tan alto a la tristeza, ni hizo tambalear a los cimientos del rock convencional.

De Oxford, su ciudad natal, salieron sus cinco componentes “ Thom Yorke, el bajista Colin Greenwood, el baterí­a Phil Selway los guitarristas Ed O"™Brien y Jonny Greenwood“ se conocieron en las aulas de Abingdon School, imbuidos por el sonido de Joy Division y Magazine. Empezaron llamándose On a Friday “por aquello del dí­a de ensayo“ para acoger la denominación actual a partir de 1991 en honor a una canción de los Talking Heads.

Thom Yorke, letrista, guitarra y piano, nació con un ojo cerrado y paralizado, por lo que fue sometido a sucesivas intervenciones en su infancia. Tras una apariencia de extrema debilidad, en las entrañas de aquel muchacho flaquito con un ojo semicerrado se germinaban la sensibilidad creativa y una hipersensible voz rasgada. Es un tipo realmente extraño; un Quasimodo de la música; una estrella anti estrella.

Cuentan que ya entonces prometí­an: después de su primera aparición en público, una veintena de compaññ­as discográficas hací­an cola ávidas de poder ficharlos. Su primer single, Drill, los convirtió en teloneros de PJ Harvey y Tears for Fears, y su segundo sencillo, Creep, cuajó hondo en Estados Unidos y Europa, y se convirtió rápidamente en uno de los himnos de una nueva generación, con ese Riff al inicio del estribillo que te deja paralizado, y esa forma de cantar de Yorke en la que gritando pide por un poco de comprensión. Lo que pocos sabí­an por aquel entonces es que el himno de los alienados, como dio en llamarse la canción, no era otro que un descarnado autorretrato de Thom que puso a Radiohead a las puertas del cielo.

El lanzamiento del encantador Pablo Honey en 1993 supuso la respuesta británica alternativa al estallido mundial de Nirvana. El trabajo fue recibido con división de opiniones: no pocos agoreros pensaron que Radiohead acabarí­a siendo un grupo más de esos que sacan una sola canción de éxito y basta.

Pero se equivocaron, uno de los más geniales discos de debut que recuerdo, Pablo Honey me cautivó desde la primera escucha. Inocencia y melodí­as pop que no te hací­an suponer en que se convertirí­a el sonido del grupo. Es sin duda el gran desconocido en su discografí­a, pero ampliamente recomendable. Maravillas como You, Prove yourself y Thinking about you, no te pueden dejar indiferente. Nací­a un nuevo sonido que no recordaba a nada que se habí­a escuchado antes.

El suspense en torno a si Radiohead se estancarí­an o no duró poco, porque en 1995 el grupo presentó mundialmente en la mí­tica sala Zeleste de Barcelona el disco The Bends (algo muy común en su carrera), del que temazos como Street spirit [Fade Out], Just y la absolutamente genial Fake Plastic Trees, eran sólo la punta del iceberg. El grupo suponí­a una verdadera descontaminación del sonido hegemónico de Blur, Oasis y demás satélites del brit pop que nos avasallaban por aquella época. Recuerdo perfectamente cuando lo escuché por primera vez. Tras el éxito de creep corrí­ ansioso a la tienda de discos a comprármelo y reconozco que me quedé paralizado a la primera escucha. Cuando estas ante un grupo de éstos sabes perfectamente que va a llegar muy lejos, que van a convertirse en referente. La voz de Thom habí­a madurado, ya no pedí­a perdón por existir, se sentí­a cómodo y era real.

El disco es soberbio de principio a fin, todos y digo todos los temas son alucinantes, pocos grupos pueden decir que hayan editado un LP en el que cada uno de sus temas sea una pequeña obra maestra. El comienzo, con temas como Planex Telex y The Bends te da una descarga que te deja alucinado, para parar en seco y dejarte suspendido con las maravillosas High and Dry y Fake Plastic Trees, Just y Black Star completan el póker, pero la que me cautivó desde el primer momento fue Street Spirit, impresionante canción y tremendo video.

Con OK Computer, que vino al mundo en 1997 llegó la consagración definitiva. Si con The Bends tocaron techo, con OK Computer tocaron el cielo. Es apoteósico, frenético, delirante, arrebatador, el culmen de la música rock de los 90, sólo superado por nuestro admirado Achtung Baby, para mi los dos mejores discos de la década, a años luz del Nevermind, Ten, Automatic for the people, Music For The Jilted Generation, etc. Contribuyeron a ello temazos como Paranoid Android, Airbag, Karma Police, Lucky y la increíble Exit Music, un tema desgarrador...

Como curiosidad, cabe apuntar que el disco fue grabado en una antigua casa señorial del siglo XIV donde también habí­an grabado The Cure.

Con su cuarta entrega llegó la revolución, Kid A (2000), es un pastel totalmente experimental “lo cual no fue óbice para que se llevara un segundo Grammy“ coronado con una guinda: "˜Idiotheque"™, una burla descarada del sonido disco. Aquel trabajo tupido, sombrí­o, vanguardista, sintético y desconcertante tuvo su réplica en 2001 con Amnesiac, puesto que la mayorí­a de sus pistas son descartes salidos de las las mismas sesiones de estudio. La grabación de Kid A y su costilla se prolongó durante 18 interminables meses a lo largo de los cuales Radiohead se asomó en más de una ocasión al borde del precipicio. Se que no son fáciles, se que no entran a la primera escucha, pero llega un momento que se ve la luz al final del túnel y puedes apreciar la absoluta belleza de sus temas.

El experimento podí­a haber sido un suicidio desde el punto de vista comercial. Pendí­a sobre sus cabezas el riesgo de caer en el autismo, de perder el favor del fan y la crí­tica, pero salió bien y Radiohead vio resucitada su credibilidad y solvencia artí­stica, todo el mundo expresaba su admiración por Radiohead.

Desde la embriagadora How to dissapear, a la desconcertante Pyramid Song, pasando por mi favorita Like spinning plates, canción que hay que escuchar en directo para entender la dimensión de este grupazo.

La penúltima entrega hasta la fecha fue el Hail to the Thief en el año 2003. Mescolanza de estilos, se puede decir de él que es una mezcla de los dos Radiohead que conocemos. Desde Go to sleep que nos recuerda a sus comienzos, pasando por There There, y uno de sus mejores comienzos para directo, la penetrante 2+2=5. Aunque es un discazo que gana con la escuchas, así­ comienzas a apreciar A wolf at the door, Sail to the moon etc.

No puedo olvidarme de sus B-Sides: Talk show host, Killer cars, pearly, a reminder etc. Siempre he dicho que un gran grupo se mide por sus caras B, por sus maxi singles.

Confesiones sobre el cine actual.

La verdad es que el cine actual me está decepcionando. Y si, lo digo con todas las consecuencias. Un pequeño acercamiento a las nominaciones de los oscar en los últimos años lo deja meridianamente claro.



A falta de valorar Pozos de Ambición, que aún no la he visto y parece que promete, las demás candidatas a mejor película de año a ganar la estatuilla dorada, me han defraudado una tras otra. Está el cine actual, al igual que la música, falto de ideas, de innovación, de credibilidad?, yo creo que si.



jueves, 7 de febrero de 2008

BIENVENIDOS


Es un placer el invitaros a mi blog. En breve buenas historias.